
Las Planstas Termoelectrica a gas y convenional.
Agentes Contaminantes y destructoras de los Cultivos.
El efecto sobre los bosques, las aguas y los cultivos es muy dañino. A pesar de que las emisiones específicas de NOx por kilovatio/hora generado son menores que en otras instalaciones, sus muchas horas de funcionamiento hacen que estas centrales viertan al cabo del año grandes cantidades totales de NOx. Éste actúa, además, como precursor del ozono troposférico, que se producirá en el entorno de esas plantas los días de radiación solar intensa. El ozono troposférico es un contaminante de primer orden que afecta a los ecosistemas, a los cultivos y a la salud de las personas.
Las centrales que se sitúan a la ribera de un río no invierten, en general, en torres de enfriamiento o en otros sistemas más sofisticados de refrigeración. Casi todo el calor disipado va, por tanto, al agua del río, cuya evaporación aumenta, dando lugar a un consumo de agua. Además, la temperatura del agua sufrirá también un cierto aumento, con el consiguiente impacto sobre los ecosistemas que rodeen a la central. La temperatura del aire también aumentará, puesto que no hay que olvidar que la central produce prácticamente tanto calor como energía eléctrica. Es de esperar que se cree un cierto microclima en torno a la central que tendrá impacto sobre los ecosistemas próximos. Una central de 850 megavatios de potencia evapora 160-200 litros de agua por segundo. Esta cifra se puede comparar con el consumo de una persona media, que es de unos 140 litros al día. Luego una planta consume lo que unas 110.000 personas.
Los grupos ecologistas han venido criticando reiteradamente las declaraciones de impacto ambiental positivas de muchas de estas plantas por considerar que los estudios aportados por los promotores -y dados por buenos por el Ministerio de Medio Ambiente- minusvaloran los impactos reales de las plantas. Por citar sólo dos ejemplos, los valores de inmisión reales de las dos plantas de Aceca (Toledo) que funcionan en la actualidad (de 314 megavatios eléctricos y que queman fuel y gas) tienen más impacto efectivo que el predicho por el modelo. Y también que los valores efectivos de contaminación producidos en el entorno de las plantas de Castejón (Navarra), donde funcionan dos grupos de 400 megavatios, son muy superiores a los previstos por los modelos teóricos de predicción. Pero es que, además, los estudios de impacto ambiental los realizan empresas designadas y pagadas por los impulsores de los proyectos que, a veces, son incluso filiales de las empresas promotoras. Es, pues, imposible que un estudio de impacto ambiental salga negativo o siquiera obligue a correcciones serias en el proyecto. El visado del Ministerio de Medio Ambiente no es garantía suficiente para corregir estos problemas.
Las centrales que se sitúan a la ribera de un río no invierten, en general, en torres de enfriamiento o en otros sistemas más sofisticados de refrigeración. Casi todo el calor disipado va, por tanto, al agua del río, cuya evaporación aumenta, dando lugar a un consumo de agua. Además, la temperatura del agua sufrirá también un cierto aumento, con el consiguiente impacto sobre los ecosistemas que rodeen a la central. La temperatura del aire también aumentará, puesto que no hay que olvidar que la central produce prácticamente tanto calor como energía eléctrica. Es de esperar que se cree un cierto microclima en torno a la central que tendrá impacto sobre los ecosistemas próximos. Una central de 850 megavatios de potencia evapora 160-200 litros de agua por segundo. Esta cifra se puede comparar con el consumo de una persona media, que es de unos 140 litros al día. Luego una planta consume lo que unas 110.000 personas.
Los grupos ecologistas han venido criticando reiteradamente las declaraciones de impacto ambiental positivas de muchas de estas plantas por considerar que los estudios aportados por los promotores -y dados por buenos por el Ministerio de Medio Ambiente- minusvaloran los impactos reales de las plantas. Por citar sólo dos ejemplos, los valores de inmisión reales de las dos plantas de Aceca (Toledo) que funcionan en la actualidad (de 314 megavatios eléctricos y que queman fuel y gas) tienen más impacto efectivo que el predicho por el modelo. Y también que los valores efectivos de contaminación producidos en el entorno de las plantas de Castejón (Navarra), donde funcionan dos grupos de 400 megavatios, son muy superiores a los previstos por los modelos teóricos de predicción. Pero es que, además, los estudios de impacto ambiental los realizan empresas designadas y pagadas por los impulsores de los proyectos que, a veces, son incluso filiales de las empresas promotoras. Es, pues, imposible que un estudio de impacto ambiental salga negativo o siquiera obligue a correcciones serias en el proyecto. El visado del Ministerio de Medio Ambiente no es garantía suficiente para corregir estos problemas.
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